¿Alguna vez habéis escuchado la frase "la música amansa a las fieras"? Supongo que sí. Yo, sin embargo, cuando todavía podía contar mis años con los dedos de las dos manos (ahora el cálculo ni siquiera me alcanza con los dedos de los pies) nunca había escuchado tan tajante afirmación. Pero como para todo hay una primera vez (excepto para que te toque El Gordo de Navidad) en este caso yo no podía ser una excepción.
Era jueves por la tarde... o martes... bueno, no era fin de semana, eso seguro. Me dirigía hacia un antiguo edificio de caravista que hacía la función de Casa de la Cultura del pueblo parándome en todos y cada uno de los escaparates de las tiendas y haciendo mis pasos más cortos de lo habitual con el fin de retrasar lo inevitable (que en este caso no era la muerte, sino algo mucho peor para mí): el comienzo de la clase de solfeo.
Entré en el edificio y subí las escaleras con el ritmo pausado de aquel que asciende la montaña más escarpada del mundo. Para animarme a mí mismo, comencé a cantar a viva voz. La letra de la canción resonó por todo el edificio. Tanto resonó que la puerta de mi clase se abrió sin necesidad de que yo girara el pomo. Por ella asomó la cabeza y parte del cuello de mi profesor de solfeo.
-¿Qué haces?- me preguntó.
-Estoy cantando- evidencié.
-¿Tú no sabes que la música se supone que está hecha para amansar a las fieras y no para pedir a gritos ser el primer plato?- concluyó.
En este punto de mi vida comprendí para qué estaba hecha la música; su finalidad última; su verdadera utilidad; la que justifica que los músicos tengamos que estar estudiando más de 15 años para poder llamarnos músicos: para evitar que una jauría hambrienta de lobos nos devore en mitad del bosque.
En este mismo momento, y muy a mi pesar, también comprendí que con aquella "voz angelical" que algún ser superior me había dado tenía todas las papeletas de no salir victorioso de un encuentro con esa jauría de lobos (si substituyésemos "lobos" por "zombies" tampoco tendría las de ganar).
Asumí que mi voz no era precisamente un instrumento celestial del que ir alardeando. Sin embargo, creo que el hecho de que un instrumento sea agradable, o no está, más bien, relacionado con los gustos de cada persona (exceptuando mi voz, que es desagradable de una forma objetiva). Por eso únicamente tengo una última cosa que decir: escuchad la música que queráis, pero en vuestra intimidad; cantad todo lo que queráis, pero mejor en la ducha. Para escuchar la música de forma colectiva ya están los conciertos, donde la gente puede elegir por propia voluntad si ir o no. Pero, por favor, no pongáis la música de vuestros móviles en los vagones de los trenes. No subáis el volumen de vuestros ordenadores en las cafeterías de la facultad. No obliguéis a vuestros compañeros de trabajo a escuchar vuestras listas de reproducción favoritas. Podéis sugerir, pero hacedlo con dulzura.
Asumí que mi voz no era precisamente un instrumento celestial del que ir alardeando. Sin embargo, creo que el hecho de que un instrumento sea agradable, o no está, más bien, relacionado con los gustos de cada persona (exceptuando mi voz, que es desagradable de una forma objetiva). Por eso únicamente tengo una última cosa que decir: escuchad la música que queráis, pero en vuestra intimidad; cantad todo lo que queráis, pero mejor en la ducha. Para escuchar la música de forma colectiva ya están los conciertos, donde la gente puede elegir por propia voluntad si ir o no. Pero, por favor, no pongáis la música de vuestros móviles en los vagones de los trenes. No subáis el volumen de vuestros ordenadores en las cafeterías de la facultad. No obliguéis a vuestros compañeros de trabajo a escuchar vuestras listas de reproducción favoritas. Podéis sugerir, pero hacedlo con dulzura.
El professor va ser una mica desagradable, no?
ResponderEliminarBon missatge eixe de no escoltar música amb el mòbil sense auriculars: estic tipa de escoltar música firera al tren!
Per cert!!! Res comparat amb la meua cançó "Cuanta lujúria por un medio maní"!!! Si no, que ho pregunten a Eva i Laia!!! jajajaja!!!
ResponderEliminarEnrico, tu profesor es un gilipollas. Y yo nunca te he escuchado cantar. A ver cuándo nos deleitas en clase con alguno de tus cantos celestiales, jajaja.
ResponderEliminarEs un profesor ficticio... eso sí, que tengo voz de traficante de órganos si que me lo ha dicho alguno que otro... y no andan desencaminados
ResponderEliminarJA! A vore qui és el guapo que pot passar-se un dia sense cantar i sense posar música a l'ordinador quan estem a classe! Que t'hem vist hui; vull dir: t'hem sentit.
ResponderEliminarJajaja, jo sense cantar jure que no podria estar... Espereu a que aplegue el ukelele que he comprat per Ebay i tingau por, molta por... :D
ResponderEliminarHo confese... he ficat música a classe... ¡pero als 30 segons l'he llevat, ho jure! xD
ResponderEliminarPlataforma: "Queremos que Invertebrada cuelgue un vídeo suyo tocando el ukelele" YA!!
Vale, en cuanto lo cuelgue y le pille un poco el truco, lo subiré, dont worry.
ResponderEliminarEl siguiente será Invertebrada con el ukelele y Winston Smith con la trompeta, jajaja.
Ukelele Ya! M'apunte a la proposta! Què és d'un bloc sense un vídeo d'algú tocant l'ukelele?
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